sábado, 10 de mayo de 2008

LA RABIA


Si hay una enfermedad animal que cause miedo y respeto al nombrarla es la Rabia. Incluso personas ajenas al mundo animal, o que nunca han tenido un animal de compañía saben que esta es una de las más terribles enfermedades que se puede transmitir al ser humano, de hecho es conocida desde la antigüedad. El principal motivo es que su mortalidad puede ser casi del 100% y su aparición y efectos muy rápidos. Se encuentra por todo el mundo, aunque hay muchos países libres de la enfermedad gracias a sus medidas obligatorias de vacunación y de cuarentena. Puede afectar a cualquier animal de sangre caliente, (todos los mamíferos) lo que hace que hasta una inocente vaca pueda volverse “loca” y agredir cualquier cosa que se le ponga por delante. Si sabemos que la transmisión se realiza por la mordedura (que ya es un hecho físico doloroso y a temer) y saliva de un animal enfermo, y que hasta el más plácido y manso animal puede afectarse, no es de extrañar que el temor y el desconocimiento hayan propiciado muchas leyendas y creencias infundadas.

Una de las más divulgadas es la que hace referencia a la enfermedad y al agua. Uno de los síntomas más característicos es la parálisis de los músculos maseteros de la cara y de la garganta, lo que produce un exceso de salivación y espuma en la boca, que ha llevado hasta no hace mucho tiempo a denominar la rabia como hidrofobia. Personalmente recuerdo un día de colegio en el que cundió el pánico porque entró en el patio de recreo un desafortunado perro vagabundo en el que todos creyeron ver gran cantidad de espuma por la boca y claros signos de locura. Inmediatamente nos encerraron a todos en las aulas, pero el incidente terminó como antiguamente terminaban muchos de los contactos de los niños del pueblo con los perros vagabundos, con una certera pedrada del más “lanzado” del grupo y con el famélico y quijotesco canino huyendo como alma que lleva el diablo en busca de mejor suerte y algún trozo de pan del almuerzo de algún niño. También de esta aparente relación de odio con el agua derivan ideas tan disparatadas como que un perro recién vacunado no puede beber agua o incluso comer, o la creencia de que por “el calor del verano, aparece la rabia”. Tal es el miedo y desconocimiento que en ocasiones han preguntado si después de la vacunación el perro podría irse andando.
En la práctica diaria podemos constatar que existe ese respeto y temor a la enfermedad de la rabia, cuando ante cualquier pequeño incidente protagonizado por un perro, bien sea agresión o cambio de comportamiento habitual, el propietario nos pregunta si “está rabioso”. En España no ha habido ningún caso declarado desde los años cincuenta, gracias a la labor de prevención con la vacunación obligatoria de todos los perros. No obstante hay que recordar que todos los años mueren personas por esta enfermedad y no conviene bajar la guardia.
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