viernes, 29 de enero de 2010

CORTE DE OREJAS. PROHIBICION

Hace pocas semanas que ha sido aprobada en la Comunidad Valenciana la prohibición de realizar amputaciones con fines estéticos en los animales. Ya no se puede, o quizá deberíamos precisar que no se deben cortar las orejas o el rabo a ningún perro. Lo que es una norma en el resto de los países de la Comunidad Europea por fin llega a España.
El corte de orejas y rabo se ha venido practicando en nuestro país desde antaño. Su origen parece estar en evitar el daño que se podían hacer algunos perros de caza en el rabo durante sus correrías por el monte. Posteriormente se fue trasladando a otras razas y a otros fines, como el de conferir un aspecto más agresivo o intimidatorio a perros como el Dobermann o el Pit-bull. El sentido estético es el único que ha primado en razas pequeñas como el Yorkshire terrier o el Caniche como ejemplo de razas a las que se les amputa el rabo.
La intervención ha sido hasta épocas recientes una más de las que hacíamos los veterinarios, pero el posicionamiento y la defensa del bienestar animal de muchos ciudadanos de toda Europa ha derivado en su prohibición por considerarlo algo innecesario y cruel.
Muchas personas desconocen los motivos por los que se realiza esta operación y la solicitan pensando que es algo necesario y obligatorio en determinada raza, para que se desarrolle, comporte o viva mejor.
Mis primeros recuerdos sobre el corte de orejas son negativos. Siendo estudiante pude asistir al desastre que cometió un “alumno aventajado” que hizo el corte al revés, en la dirección opuesta. Yo también tuve mi bautizo de fuego con un corte de orejas. Un vecino-amigo del pueblo nos pidió a un compañero y a mí que le cortáramos las orejas a su perro. No es que le interesara nuestra formación práctica, es que pretendía ahorrarse un buen dinero. Muy bien, “yo corto una y tú la otra”, así es como se reparten las cosas. Desde luego el perro pasó lo suyo por nuestra falta de experiencia con la anestesia y con la sutura. Imposible que las dos quedaran exactamente iguales y que el propietario quedara contento a pesar de que le salió gratis.
Esta intervención, al ser técnicamente no muy complicada, ha sido realizada por innumerables intrusos de la profesión; criadores y vendedores. Los hay que cortan los rabitos de los perros recién nacidos con un cuchillo o unas tijeras hasta los más atrevidos que cortan orejas. Con “rayo laser”, que ni sangraba ni necesitaba puntos, decían algunos clientes que le habían hecho la operación al perro de un amigo. Vaya con el “laser”. Sopletes de soldador con los que dejaban las orejas con unas costras, inflamación e infección dignas de ver. Muchos compañeros entran en el juego de estos criadores con tal de aumentar sus ingresos y les facilitan los materiales y anestésicos necesarios, aunque los hay que lo han hecho sin anestesia. También se anuncian como especialistas en corte de tal o cual raza.
Cuántos veterinarios no habrán tenido que aguantar problemas con los clientes, insultos, amenazas y denuncias por un perro que tras la operación no ha levantado las orejas o no ha quedado como el de la fotografía. Sí, efectivamente, muchos te llegan a la operación con la revista, el libro de razas y te dicen “quiero que le queden como a este, que es el campeón de no se qué, no se cuantos”. Nunca llegan a entender que para que esta intervención sea un éxito (que las orejas queden erguidas y bonitas), independientemente de la técnica empleada (que es la misma en todas), gran parte depende de la constitución anatómica de la oreja. Si el animal tiene una conformación que no le permite levantarlas, por muy bonito que sea el corte no las levantará. La naturaleza es caprichosa y no existen dos animales iguales.
Se han creado artilugios especiales, prótesis, para sustentar y corregir aquellas orejas caídas. Tablillas, vendajes, pegamentos, pinzas y un largo etcétera de inventos con tal de conseguir el resultado estético esperado.
El post operatorio de estas operaciones es de los que casi siempre tiende a complicarse; el perro se quita los puntos, las heridas se abren, se infectan y volver a empezar o prolongar la recuperación durante semanas. Tuve un dobermann que fue imposible evitar que se destrozara las orejas. Ni vendajes, collarines ni dejándolo atado de las 4 extremidades como hicieron los dueños en casa. Hubo que esperar que curara con el tiempo.
Por suerte, este tipo de problemas parece haber llegado a su fin.

jueves, 28 de enero de 2010

VETERINARIOS Y LA LUCHA SOCIAL


En el post anterior hablé de los veterinarios dedicados, con mayor o menor fortuna, a la política. En esta nueva entrada conoceremos una breve biografía de dos de los veterinarios españoles más comprometidos con la defensa de las libertades, la igualdad y la justicia social. Aunque vivieron en diferentes épocas, llama la atención y podemos comprobar que la situación del campesinado español era la misma año tras año, indiferente al sistema político que gobernara (Monarquía, Dictadura o República).

RAFAEL PÉREZ DEL ÁLAMO

Nacido en Loja, en 1829 y fallecido en Arcos de la Frontera, 1911.
Rafael fue veterinario y uno de los principales anarcosindicalistas andaluces.
Fue el principal dirigente y cabecilla de la sublevación campesina de Loja, en Julio de 1861, durante el reinado de Isabel II, también conocida como la Revolución del Pan. Ya del nombre se puede deducir que Pérez del Álamo junto a los campesinos andaluces no luchó por ideas nacionalistas, utópicas o contestatarias, sino para que los agricultores y ganaderos pudieran conseguir algo de alimento. Tal era la situación de la época. Tras su fracaso logró huir, aunque más tarde fue amnistiado y confinado en Arcos de la Frontera. Allí siguió su lucha por los trabajadores fundando el Centro Obrero y la Sociedad Fraternidad Obrera, mediante la cual los obreros en paro recuperaban edificios ruinosos, los sorteaban entre ellos o los vendía para repartir las ganancias entre ellos.
Su colaboración con otros revolucionarios de la época contribuyó y fue decisiva para la fundación del Partido Socialista Obrero Español de Pablo Iglesias, con el que intercambió gran información.

BENIGNO ÁLVAREZ GONZALEZ

Nacido en 1900, Benigno fue el mayor de nueve hermanos. Hijo de veterinario también estudió la profesión y adquirió gran fama por su bondad y generosidad entre los campesinos y ganaderos de la zona. Debido a las condiciones infrahumanas en las que vivían, Benigno no les cobraba o lo hacía de forma simbólica y les ayudaba en actividades ajenas a su profesión.
Luchó abiertamente denunciando la situación del sector agrario gallego, creando federaciones y agrupaciones de ganaderos y agricultores. En ocasiones fue detenido por agitador y protagonizó huelgas de hambre. Durante la II República fue alcalde de su pueblo. En 1931 funda a nivel provincial el Partido Comunista de Ourense. Al año siguiente propone la constitución del Partido Comunista Gallego. Llega a ser miembro del Comité Central del Partido de España y realiza sus discursos en Gallego, traducido por un compañero Portugués.
Durante la guerra civil organizó la lucha guerrillera en los montes cercanos a su localidad. Miembros de la oligarquía gallega como la Marquesa de la Atalaya Bermeja pusieron precio a su cabeza (1000 pesetas y un coche) por atraparlo vivo o muerto. Aunque tuvo la oportunidad de huir a América, prefirió seguir luchando. Posiblemente enfermo de tuberculosis, murió en un refugio durante el crudo invierno del 37. El falangista que lo encontró le disparó en el pecho, a pesar de llevar muerto varios días, y fue exhibido por la ciudad de Ourense como un trofeo de caza. La mayoría de su familia murió tras las represalias.

POLÍTICOS Y VETERINARIOS

Pudiera parecer que la actividad política en España (principalmente la parlamentaria) es tarea exclusiva o coto privado de profesionales de la abogacía y la judicatura, pero no es así. Aunque estos representan un número muy elevado entre nuestros políticos, también podemos encontrar médicos, ingenieros, arquitectos e incluso veterinarios.
En la actualidad hay miembros de nuestra profesión regentando municipios en diferentes provincias. Al más alto nivel hemos tenido veterinarios en Secretarias y Direcciones Generales como las del MAPA y otras instituciones del estado. Entre los más representativos perteneciendo a diferentes partidos políticos tenemos a Pérez Bonilla, Alonso Núñez, José Luis García Ferrero, Rafael Díaz Montilla o Pablo Paños Martí. Los hay y ha habido con carreras intachables y otros que habría que tachar de la carrera. Como ejemplo de estos últimos tenemos al Ex Consejero de Industria y Medio Ambiente de la Comunidad de Murcia, el Sr. Marqués que debido a varias imputaciones de prevaricación y corrupción, lleva una temporada estudiando el sistema penitenciario español desde el interior, que es como mejor se conoce.
Pocos saben sin embargo, que durante nuestra reciente historia hemos tenido a un colega de profesión como representante del más alto cargo de la Nación, como jefe del Estado. No, el Rey no es veterinario. Me refiero a D. Félix Gordón Ordás, presidente de la II República Española en el Exilio durante los años 1951-1960. D. Félix fue una de esas personas adelantadas a su época. Uno de tantos Quijotes españoles que tuvo que luchar contra la ignorancia y el retraso científico en nuestro país. Famosa fue su propuesta de censo y control de la cabaña ganadera (pionero de una idea que es una realidad en nuestros días) que fue acogida con grandes risas y burlas por parte de los diputados en las Cortes a los que les pareció gracioso que se intentara identificar individualmente a los cerditos o conejitos de las granjas. Creó la Dirección General de Ganadería, fue ministro de Industria, Embajador en Méjico, Guatemala, Panamá y Cuba. Murió en Méjico en el año 1973.

HABILIDADES E INTELIGENCIA I

Todos hemos visto alguna vez un espectáculo circense protagonizado por animales que nos sorprenden por sus habilidades y destreza o bien esas series televisivas en las que la mascota del protagonista asombra por su capacidad para resolver las más complicadas situaciones. Estas acciones tan admiradas por todos parecen ser la envidia y el deseo de muchos propietarios, que sueñan con que su animal imite a las “estrellas” de la televisión o el circo. Puede que este fuera el deseo de los propietarios de un Yorkshire terrier que era bastante hábil nadando. El animal era una especie de Michael Phelps en miniatura (y más peludo). Hasta aquí la cosa bastante normal. El problema surgió cuando adquirieron otro perro de la misma raza y dieron por supuesto que tendría las mismas habilidades. Con gran ilusión lo arrojaron a la piscina para ver que tal se defendía, seguros de que lo haría con la misma destreza que su compañero. Cuando vieron que se hundía se lanzaron al rescate, intentaron reanimarlo y acudieron a toda velocidad a la clínica. En la mesa de la consulta terminaron las zambullidas.
Realmente los animales nunca terminan de asombrarnos con su capacidad de imitación y aprendizaje. Causa admiración cuando realizan actos para los que suponemos hace falta cierto grado de inteligencia; abrir puertas, encontrar y manejar algún objeto, hablar….Sí, efectivamente, hablar. No me refiero a los loros, no, que esos sabemos que imitan voces, tararean el himno del Atletic, etc., me refiero a los perros. Algunos son tan listos que sólo les falta hablar. Esto lo escuchamos a diario, pero es que hay otros que hablan y/o cantan de verdad; - “… espere Doctor, ya verá como canta mi Linda. ¡ venga Linda, canta ¡, que te oiga el Doctor, dile algo”. La Linda ni pío. Sólo lucha por bajarse al suelo y salir de la consulta. -“Será que está nerviosa, no se preocupe Usted, otro día lo hará”. - “Cómo que no, si ella habla mucho y me dice cositas, verdad, ya verá como dice…..”. Digamos X, que más nos da. Queremos seguir nuestro trabajo, que hay gente en la sala de espera. Además somos personas instruidas, con “carrera” y la vida nos ha hecho bastante escépticos. Pero no, el propietario le tira de los pelillos del bigote (al perro, claro), de la barbilla, le mete los dedos en la boca, etc., pero no hay forma de que diga nada. Al final, cuando la gracia no nos está haciendo tanta a nosotros, Linda dice algo así como grfrfrgr, gua guau, uuu, uuu. -“ha visto, ha visto”- “sí, si, vaya que sí, que curioso, nunca lo hubiera imaginado”. Vamos, lo que viene ser el estribillo de “singing in the rain”, versión canina. ¡ qué poca Fe tenemos ¡

Otros propietarios de perros realizan un esfuerzo denodado por enseñar a sus mascotas las habilidades que ven en otros cuando coinciden en el parque. Lo que ignoran muchos neófitos en la materia es que las órdenes que obedecen esos animales son consecuencia de duros entrenamientos y de una enseñanza programada. Nadie se lo dijo a esa chica que acudía a la consulta con su impetuoso cachorro y pasaba todo el rato gritándole: “ ¡ ¡Bronco, plaf, plaf, plaf¡, ¡sit, sit¡”. Ni caso. “¿Por qué no me hace caso, uno que he visto en el parque obedece a su dueño inmediatamente¡”. Hubo que explicarle que el perro no responde a órdenes ni palabras mágicas si no que necesita de una educación y adiestramiento para relacionarlas con la acción que queramos que haga.

viernes, 22 de enero de 2010

Reacción ante la muerte

Para terminar con estos post sobre la eutanasia de los animales voy a contar algunas anécdotas sobre la reacción de los propietarios ante la muerte de su mascota. Indudablemente cada persona es un mundo y su respuesta a la pérdida voluntaria o involuntaria de un ser querido, en este caso su animal de compañía, es muy diferente. Cuando la muerte se produce de forma voluntaria, por eutanasia, (no porque uno diga, me muero ahora) la reacción suele ser más comedida, pero no por ello menos intensa. He visto personas adultas, hombres serios y fríos para otras cosas, llorar y gritar abiertamente como niños al ver a su mascota muerta. Una señora se puso de rodillas con los brazos en cruz pidiendo que "Dios se la llevara a ella". Aunque con el tiempo te acostumbras a estas reacciones, siempre hay algún cliente y/o paciente que te impresiona más según el grado de relación e implicación que hayas tenido.
Para las personas que no han tenido animales de compañía estas respuestas pueden resultar frívolas e incluso exageradas. De todo hay. Muchas de estas personas que nunca habían tenido animales confiesan sorprenderse del grado de relación y sentimientos que llegan a producirle una vez que se deciden a cuidar uno. No siempre es aquello de que las personas que más se vuelcan y tienen este tipo de reacción son aquellas con grandes carencias afectivas, solitarias, de caracter introvertido, etc. Estas reacciones y sentimientos hacia los animales los puedes ver tanto en ese tipo de personas, como en familias con hijos, profesiones de toda índole, edades y status social. Si que es verdad que personas con determinadas carencias afectivas (sin familia, depresivas) manifiestan en ocasiones una vinculación exagerada y sus respuestas ante situaciones difíciles como la muerte de su animal son de igual intensidad.
Lo peor (desde nuestro punto de vista como profesionales) no son estas reacciones, sino la de las personas que no aceptan o comprenden la muerte de su mascota. En ocasiones es muy típico y común, por el propietario, no aceptar la parte de culpa que le corresponde, no reconocer la falta de atención prestada, los descuidos y la ignorancia y descargan su rabia sobre la persona que consideran culpable de la muerte; el veterinario. Cuántas veces no habremos escuchado eso de " a mi perro lo han matado esas pastillas o inyecciones que le mandó". O peor, "la culpa es de una operación que le hiceron hace 9 años (sic) o de unas pastillas que tomó hace x" . Al igual que en el colectivo médico, existen amenazas y denuncias. Agresiones verbales las hay pero físicas no suelen ocurrir. Una vez fui al domicilio de una señora, a petición de un compañero que no podía ir, para ponerle al perro el tratamiento que dicho colega me aconsejó, ya que el caso era suyo. Yo vi al animal, le puse lo que me dijeron y me fui. A las dos horas me llaman de la clínica para que por favor recogiera el perro porque se encontraba peor. Al presentarme en la casa ya escuchaba los gritos por la escalera, el perro había fallecido. Subí y la propietaria comenzó a insultarme como una poseida a pesar de los intentos de unos vecinos por calmarla, recriminándome y acusándome de la muerte de su perro. Llamó por telefono a la policía para reclamar su presencia aunque no le hicieron caso y en un momento determinado cogió un plato de cerámica y lo arrojó en mi dirección, haciéndose añicos tras de mi. Recogimos el cuerpo y en la clínica momentos después se descubrió que el animal había muerto debido a un tumor de bazo de un tamaño descomunal que había producido una hemorragia interna mortal. Ni las inyecciones que yo le administré le habían causado la muerte ni el animal había sido diagnósticado correctamente. Es el peor factor (junto con el económico) que tenemos o hemos tenido los veterinarios, la falta de medios para realizar diagnósticos más certeros. Muchas de estas reacciones podrían evitarse si explicásemos mejor los procesos e indudablemente contásemos (como en la actualidad) con mejores medios.
A pesar de esto, siguen habiendo personas que no admiten la muerte o que se siente culpables y sin admitirlo descargan su impotencia y enfado con la persona que ha intentado ayudarles. Qué más lejos de un veterinario o médico o cualquier otro sanitario querer fracasar en un diagnóstico y tratamiento, independientemente de posibles negligencias de las que hablaré en otra ocasión. Nuestro objetivo es el contrario, curar y que esa persona y su mascota sigan siendo nuestros clientes.

jueves, 21 de enero de 2010

Más sobre eutanasia. La falta de entendimiento

Cuando trabajas con personas de otros países, debido al idioma, pueden surgir muchas anécdotas por la falta de entendimiento . Es difícil diagnosticar una enfermedad cuando el paciente no habla, lo que en nuestra profesión no es extraño, pero más complicado si el propietario tampoco. A pesar de esos inconvenientes el que quiere entenderse con una persona lo consigue. Para eso están las señas universales. Quién no ha utilizado la mano dirigida a la boca para preguntar si el animal tiene apetito, si le duele en tal punto, para saber si ha vomitado o cualquier otro síntoma.
Es conocida la deficiencia educativa en idiomas de los españoles. Pocos hablan bien inglés . Mal o bastante regular la mayoría. Que se lo pregunten a nuestros representantes políticos, sin ir más lejos el expresidente Aznar y a Zapatero. Pero no somos los únicos. Muchos jubilados y personas que vienen a residir a España tampoco dominan la lengua de Shakespeare (y mucho menos la de Cervantes) y sólo se entienden en su idioma. Sin embargo los españoles nos volcamos con los extranjeros cuando nos preguntan algo. Intentamos hacernos entender a nuestra peculiar manera, que no es otra que hablarles en castellano, (pero como los "indios" de las películas pre-Kevin Kostner), y más fuerte de lo habitual, para que se enteren bien, que no hay nada como gritar para que te entiendan. Pues bien, todo esto viene al caso porque una compañera atendió a una señora alemana que traía un gato callejero en muy malas condiciones y ante las escasas posibilidades de que curara le recomendó que lo eutanasiara. Por activa y por pasiva la compañera le indicaba que lo mejor era sacrificarlo; mediante "gestos universales" como el pasarse el dedo índice por el gañote añadiendo la palabra "kaput", indicándole que el gato "iba a dormir", etc. La propietaria afirmaba y asentía a todo lo que se le explicaba. Se le mostró un protocolo escrito en su idioma (alemán) que autoriza a realizar la eutanasia y la señora lo firmó. Tras perder gran parte de su tiempo intentando hacerse entender y creer que lo había conseguido, la compañera inyectó el tranquilizante y cuando el animal estaba ya dormido, el eutanásico. Todo en presencia de la propietaria. Cuál fue la sorpresa y susto de la veterinaria cuando la señora empezó a gritar y preguntar qué le ocurría al gato, que si estaba muerto y por qué lo había hecho. Que lo despertara. Creo que todo el mundo sabe que una vez has pagado a Caronte y te has subido a la barca, no hay billete de vuelta, por muy gato que seas y por muchas vidas que tengas, que hasta en las video consolas cuando gastas las vidas te sale aquello de "game over". Son esas situaciones en las que si a uno le pinchan, no le sacan sangre, además de adquirir un color blanco de piel que hubiera hecho las delicias del malogrado Michael Jackson.
La señora lo que quería era una inyección que lo curara. Claro. De todos es sabido que en el botiquín de médicos y veterinarios existe un medicamento inyectable que lo cura todo. Sin mayor problema. Y es que de verdad, cuando uno no quiere, dos no se entienden.