viernes, 1 de octubre de 2010

Los perros en la política

Decía Truman que para tener amigos en Washington debías tener un perro. Desde George Washington hasta el señor Obama, no ha habido presidente de los EEUU que no haya disfrutado de como mínimo una mascota en la Casa Blanca. Quizá por nuestra mentalidad no entendemos la importancia que para los americanos tienen la mascotas y hasta qué punto consideran vital la relación que estos muestran. Una mujer estuvo 90 días en prisión por haber registrado de forma fraudulenta a su perro para que pudiese votar en las elecciones y no es la única, hay un movimiento ciudadano para que esto se consiga. Hasta que Obama dio a conocer a su perro BO (en homenaje al cantante Bo Didley), los medios de comunicación estuvieron inquietos y pendientes de la noticia.

Al primer presidente de los EEUU, su perrita Chloe le traía loco porque cada dos por tres le escondía su famosa peluca y sin ella no hubiera podido salir en la foto de los billetes de 1 dolar. Don Abraham Lincoln, que como todo el mundo sabe murió asesinado por un disparo, tuvo un perro muy querido llamado Fido, que murió pocos meses después que su amo, ¡ acuchillado por un borracho ¡.

Uno de los que llegó a ser más conocido fue Laddie Boy, un airedale terrier que perteneció al presidente Warren G. Harding. Era tan querido por el pueblo americano (el perro, porque el presidente fue como Clinton, un putero de cuidado) que a su muerte los niños que vendían periódicos por las calles hicieron una colecta de un penique por cabeza para sufragar una estatua de cobre que hoy se puede ver en el museo Smithsoniano. Tenía su propio sillón en el despacho y el día de su cumpleaños recibía multitud de regalos. Las malas lenguas dicen que se sabía cuándo el presidente estaba en el despacho oval refocilando con su consentida amante Nan Britton, porque el perrillo se quedaba fuera en la puerta esperando.


Algunas mascotas se han visto salpicadas por polémicas típicas de la política. Nixon tuvo que estar, desde que era senador por California, defendiéndose de acusaciones de soborno. En la televisión hizo unas apasionadas declaraciones en las que dijo que el único regalo que había aceptado era su perro "Checkers" (que no veas lo que se parece en castellano a cheques, ¿curioso, no?) y se negaba a devolverlo aunque eso hubiera sido delito. Al contrario que éste, el señor Truman sí que tuvo que devolver el cocker llamado Feller que previamente había aceptado como regalo.
Franklin Delano Rooselvet tuvo varias mascotas muy conocidas. Una de ellas, Meggie, le propinó un buen mordisco en el trasero a un senador que visitaba la Casa Blanca. No sabemos si lo hizo incitada por el presidente o de motu propio. Pero la más famosa fue Fala. Un Scottish Terrier bastante avispado del que inmediatamente se hicieron eco los medios de comunicación, divulgando sus travesuras y trucos. Asistió a reuniones presidenciales y la MGM realizó una película sobre un típico día en la Casa Blanca, presentando y teniendo como protagonista a Fala. También el ejercito de los EEUU la condecoró por su contribución de un dolar diario al esfuerzo de guerra. No queda claro si la perra hacía la transferencia ella sola o se lo encargaba a su agente bancario. Se vió envuelta en acusaciones de despilfarro. Veamos, no por esto del dolar, que la perra no se enteraba mucho, nos referimos a Rooselvet. Tuvo que defenderse en el congreso de las acusaciones de los republicanos que decían que el presidente había olvidado a la perra en no se sabe donde y había enviado un destructor de la marina exclusivamente para recogerla. Está enterrada junto a su amo y la estatua de ambos preside el mausoleo.

John F. Kennedy recibió de Nikita Kruschev un perro de regalo para su hija Carolina al que puso de nombre Pushinka. Era hija de Strelka, una de las perritas que participó en las primeras investigaciones espaciales. ¿tenía el perro incorporado algún microfono?... La KGB era capaz de eso y mucho más. Kruschev se la regaló después de la crisis de los misiles. El perro de Kennedy, Charlie, pistolero como su amo, se cepilló inmediatamente a la rusita y tuvieron 4 cachorritos a los que le pusieron de mote "Pupniks", juego de palabras entre puppy (cachorro) y Sputnik.




Juky, el perro de Lyndon Johnson iba haciendo amigos por donde quiera que fuera. Un día se meo delante del Sha de Irán en el despacho oval y en otra ocasión le propinó un soberano mordisco en la ingle a un policía de la Casa Blanca.


Clinton castró a su perro Buddy para que no tuviera más sexo. Algo Freudiano (y caradura) resulta el caso, verdad?. Dicen que al día siguiente el perro se hizo republicano. También tuvo un gato llamado Socks que al parecer desde el primer instante se llevó muy mal con Buddy, pero....quién coño soporta las gracias de un gato después de castrado.

Pobrecillo, Socks tuvo que ser sacrificado a los 18 años (que no está mal para un gato) por haber contraido un cáncer.

George Bush padre tuvo un perrito llamado Millie. Conocido el coeficiente intelectual de la familia Bush no es difícil creer que como ellos afirmaban, Millie era la autora del libro "El libro de Millie", donde cuenta sus años en la Casa Blanca y que le fue dictando a la Sra. Bárbara Bush. El perro de su hijo, (parece una frase sacada del diario de Bin Laden) Barney, muy simpático protagonizando sketchs televisivos sobre la Navidad en la Casa Blanca pero le propinó tal mordisco en la mano al periodista Joe Decker que necesito asistencia médica.


Y qué decir de las mascotas de los políticos españoles. Pues igual de discretas, por no decir sosas, que sus amos. Ni sobornos, ni cohechos, ni flirteos. De hecho poco han trascendido a los medios de comunicación. Aznar tenía tres gatos, Manolo, Margarita y Lucas, supongo igual de simpáticos que su dueño. A su señora Ana Botella parece que le gustan más los perros y no permitió que se llevaran los gatos a casa cuando dejó La Moncloa. Cuestión de pantalones.


Para terminar haré referencia a las mascotas de dos políticos archiconocidos del siglo XX, aunque algo diferentes en las formas;

Sir Winston Churchill tuvo un caniche llamado Rufus. Lenguas malidicentes comentan que al caminar, el perro tenía el mismo meneito de nalgas que su dueño.

Y Blondi, uno de los muchos perros que tuvo Adolf Hitler. Quizá el más conocido al ser el último. Blondi era un pastor alemán que compartió con su amo los últimos días en el bunker de Berlín. "lo suicidaron" con una cápsula de cianuro días antes de que los rusos entraran en la ciudad. Hitler, un fanático amante de los animales, temía que si caía en manos de los comunistas, lo maltratarían para vengarse de él.









Perros de sangre azul y de famosos

A lo largo de la historia han sido muchos famosos y personajes ilustres los que han compartido sus vidas, sus alegrías, sus vicios e inquietudes con sus mascotas preferidas. Aquí van algunos ejemplos y anécdotas curiosas.

Como Boatswain (Contramaestre), el perro de Lord Byron. Si en vida participó de la vida licenciosa y disipada del zángano de su amo, al morir tampoco tuvo queja pues su dolorido propietario le mandó construir un sepulcro digno de un rey, con una magnífico epitafio y poesía de despedida grabada en la lápida.



El matemático inglés John Wallis, fue uno de los pocos amigos que tuvo el genial, huraño y excéntrico Isaac Newton en toda su vida. Según cuenta en su diario, Newton, le gastó una broma contándole una supuesta proeza de su querido perro, ‘Diamond’. Más o menos sucedió así:

“Estando en casa de Newton, una tarde me dijo:
- Mi perro Diamond sabe mucha matemática. Hoy mismo me ha demostrado dos teoremas, justo antes de almorzar.
- Tu perro deber ser un genio- le respondí algo escamado ante semejante afirmación. A lo que Isaac me respondió:
- No creas, he exagerado un poco. En realidad el primer teorema tenía un error y el segundo una excepción patológica. Y aquí acabó la conversación”.

Era, claro, una sarcástica marcha atrás de la broma perruna, por parte del físico. Un hombre poco dado, por otra parte, a dar explicaciones sobre casi nada.

‘Diamond’, un perro listísimo según él, pero que no dejaba de ser un perro. Lo digo porque, en cierta ocasión, Newton dejó por descuido una vela encendida sobre su mesa de trabajo. Durante su ausencia, el perro la tiró al suelo, iniciando un incendio que destruyó gran cantidad de manuscritos y notas del científico. Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles.

Algunos cronistas cuentan que, a pesar de todo, éste se limitó a decir: “¡Ah, Diamond, Diamond, nunca sabrás el daño que me has hecho”. Otros, por contra, piensan que la pérdida de sus notas manuscritas, fueron la causa de su gran depresión nerviosa de 1692. Durante dos años, Newton, padeció una permanente crisis nerviosa, acompañada de prolongados insomnios y un estado de irritación continua. Un desastre intelectual irreparable. En todos los sentidos.


Dos conocidas damas francesas, María Antonieta y Madame de Pompadour, además de compartir lecho con reyes, aristócratas y demás ejemplares masculinos de la sociedad parisina, compartieron el cariño de la raza de perros Papillón. Las malas lenguas dicen que Inez, la perrita de la Madame (amante oficial del rey Luis XIV), llegó a ser tan libidinosa como su ama.

De María Antonieta cuentan que camino del cadalso llevaba en brazos a uno de sus papillones preferidos. Después de muerta encontraron en su casa cerámicas de Sevres de gran valor con figuras de esta raza. De hecho su casa de París ha llegado a conocerse como "la casa de Papillón".


Más triste fue el final del perrito de la reina María Estuardo. Justo tras caer su cabeza en el salón del palacio donde fue decapitada, surgió el pequeño terrier que había permanecido oculto bajo sus anchas faldas. Cuentan que no había manera de separarlo de la cabeza de su ama, con la que había compartido los años de prisión previos a la ejecución. Le intentaron lavar la sangre con la que había quedado manchado pero a pesar de querer cuidarlo, murió a los pocos días al negarse a comer ni beber.





No es de extrañar que al pueblo llano le diera por cortar cabezas después de la revolución francesa si como cuentan se sabía que hasta los perros de Luis XIV cagaban en bacinillas de plata decoradas con Jade, porque decían que traía buena suerte.

La pudorosa Reina Victoria en su adolescencia tenía un perrito llamado Dash al que dejaba inocentemente jugar bajo sus enaguas. Según cuentan que dejó escrito en uno de sus diarios de juventud, el cariño que mostraba el pretendiente Alberto de Sajonia hacia su perro le hizo decirse para casarse con él. Me los imagino en plena edad del pavo y el perrito y el novio jugando al escondite debajo de sus enormes faldas...... ummm.... el amor.


Los perros de la realeza y aristocracia inglesa son tan educados y flemáticos como sus amos. Si no que se lo digan a César, el fox terrier que perteneció a Eduardo VII y que mostró una dignidad y una majestad impresionante cuando en el funeral de su amo marchó detrás del féretro encabezando la comitiva de casas reales y personalidades que acudieron al acto. Una vez devuelto a los aposentos reales, fuera de las miradas del público, el perro pudo aullar y llorar a gusto ante la ausencia de su amo.


Hubo un "duque" en Hollywood muy conocido. Me refiero a John Wayne, conocido por el apodo de "duke". El famoso vaquero terminó confesando que ese apodo le venía de su juventud, era el nombre de su perro al que idolatraba. Su círculo de amigos empezó a llamarlo como su perro al ver el cariño que ambos se tenían.

Otro gran icono de la gran pantalla, Rodolfo Valentino, tuvo un dobermann llamado Kabar, que está enterrado en el cementerio de mascotas de los Ángeles.

La malograda e idolatrada Marilyn Monroe recibió de Frank Sinatra un perro de regalo al que le puso de nombre "Maf", diminutivo de Mafia. Nada más apropiado para recordar al cantante y actor que más relación tuvo con los capos.
Aunque el primer perro que tuvo Marilyn fue Tippy, una pequeña mascota que la acompañaba al colegio y que fue brutalmente asesinada por un vecino que decía que le molestaba que entrase en su jardín. La joven, por aquel entonces todavía Norma Jean, asistió aterrorizada al disparo del brutal vecino y quedó completamente conmocionada.

Si hay un famoso al que siempre asociaremos a la imagen de un perro ese es Xavier Cugat. El polifacético e internacional compositor tuvo un día la idea de salir en uno de sus conciertos con un perrito chihuahua. El éxito fue tal que desde entonces se dedicó a su cría y siempre iba con alguno de sus ejemplares. Uno de los más conocidos fue Pepito.

Hoy en día personajes como Eminem, Paris Hilton, Britney Spears, Adrien Brody, etc., poseen ejemplares de esta raza.



El genial Picasso tuvo varios perros. Entre ellos un galgo Afghano llamado Kasbec.

El más pequeño, un salchicha llamado Lump, fue un regalo del fotógrafo norteamericano Douglas Duncan. Cuentan que nada más llegar a casa del artista, el perrito saltó del coche y se instaló sobre el regazo del pintor. El flechazo fue mútuo. La silueta de perro que aparece en "las meninas" de Picasso, sustituyendo al mastín original de Velázquez, es la silueta de Lump.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

El perro que predecía la muerte.


Hace unos meses publiqué una entrada sobre Oscar, el gato que vivía en un geriátrico y predecía la muerte de los enfermos. Como siempre, a poco que uno investigue, descubre que en España hemos tenido algo parecido con mucha más antelación. Menudos somos. Tú descubres, tienes o haces algo, pues nosotros lo mismo más dos huevos duros. La única diferencia es que en España el gato Oscar hubiera terminado sus días de otra forma, digamos... menos poética.
Quizás como Moro.
Al parecer, allá por los comienzos de los años 70, en el pueblo cordobés de Fernán Núñez apareció un buen día una mezcla de pastor alemán, de color negro, desaliñado y delgaducho, con un desagradable ojo blanco en la cara (alguna secuela de enfermedad o accidente). Nadie supo cómo ni cuándo llegó. Algunos afirmaban que fue abandonado por unos camioneros en un bar de carretera cercano. Otros que lo vieron por primera vez debajo de un olivo, junto al cadáver de un vagabundo que pudo ser su amo. Sea como fuera, una anciana del pueblo le proporcionaba comida y agua en la puerta de su casa y Moro pasaba los días como cualquier perro. Una noche Moro estuvo aullando frente a la puerta de la casa y al día siguiente, extrañado por su comportamiento, el alguacil entró en la casa y encontró a la mujer muerta. El perro estuvo durante todo el velatorio gimiendo y aullando frente a la puerta y cuando la transportaron a la iglesia y después de ésta al cementerio, se colocó entre el féretro y la comitiva de familiares y vecinos. Toda la noche la pasó velando el cuerpo.
Días o semanas después el perro volvió a montar un gran escándalo de aullidos frente a la casa de una joven gravemente enferma. Esa noche la chica murió y el perro hizo lo mismo que la vez anterior, acompañando al féretro hasta el cementerio y la Iglesia.
La historia llegó a repetirse, según cuentan, hasta 600 veces. No había entierro al que no asistiera Moro. Si era de vecinos del pueblo, actuaba de la misma forma. Con antelación acudía a la casa y después hacía todo el recorrido fúnebre. Incluso cuando traían al fiambre de otro pueblo para enterrarlo allí, Moro se plantaba ese día en la carretera de entrada y esperaba que llegara el coche de la funeraria.
Lógicamente la gente del pueblo empezó a acusarlo de mal fario y tenerle miedo. Hacían lo imposible para que no se acercara a sus casas e intentaron echarlo del pueblo. En dos ocasiones algunos vecinos lo metieron en camiones sin que sus conductores lo supiesen. La primera vez terminó en Granada y la segunda en Ciudad Real. Las dos veces volvió a los pocos días por si mismo.
Algunos buscaban explicación a este comportamiento y decían que Moro acudía por el bullicio de la gente, buscando comida, etc. Pero resulta que nunca se portaba así cuando habían bautizos, comuniones o bodas. Este hecho no solo llamó la atención de los habitantes de la población cordobesa, sino que fue también noticia en la prensa internacional. La televisión alemana hizo un reportaje sobre tan singular animal, y varios periódicos nacionales, como en la revista semanal "El Caso" o en el "Diario de Córdoba" dedicaron espacios en sus páginas para comentar el extraordinario suceso.
Mucha gente seguía aterrorizada con la presencia de Moro. Todos menos la señora Carmela que fue la que le puso el nombre y lo cuidó durante años. Carmela lo acogió tras la muerte de un familiar, en agradecimiento a la compañía que le proporcionó en esos duros momentos.
Un día avisaron a la señora Carmela de que había un perro como Moro cerca de "el Llano de las Fuentes", aullando de dolor. Cuando llegó, encontró al animal agonizante. Le dió agua, le refrescó y abrazó, pero Moro murió. Según cuentan, unos familiares de un niña pequeña muy enferma que murió, lo apalearon cuando Moro esperaba frente a la casa aullando como siempre. Otros dicen que fueron unos jóvenes borrachos los que acabaron con su vida. Era el año 1983.
Moro fue enterrado junto a unos muros cercanos a una huerta. Al poco tiempo esos muros se derrumbaron y cayeron sobre su tumba a modo de mausoleo.
Doce años tras su muerte, el artista Juan Polo realizó una escultura que se encuentra en el Parque de las Fuentes, en homenaje a tan singular perro.
Aún hoy hay quien dice que cuando un lugareño es enterrado, por la noche se escuchan aullidos por todo el pueblo.

martes, 28 de septiembre de 2010

Perros míticos II- GELERT

Beddgelert (que significa La Tumba de Gelert) es un pueblo en las colinas de Gwynedd, al noroeste de Gales, justo al sur de Snowdon. Fue descrito como "una docena casas grises... apiñadas en paisaje majestuoso de la montaña". Este pueblo, le debe su fama a la legendaria historia del Príncipe Llewelyn de Gwynedd y su perro Gelert.
Según una versión del cuento, el príncipe Llewellyn se aleja de su casa familiar en Abergarwan al escuchar el ruido de una cacería, dejando a su pequeño bebé sólo bajo el cuidado de su noble galgo, Gelert, que había sido regalo del Rey Juan de Inglaterra. Mientras Llewellyn estaba lejos, entra un enorme lobo que amenaza con comerse al niño, pero Gelert se da cuenta y lucha con bravura con el terrible animal. Gelert recibe varias dentelladas del lobo, pero no ceja en el intento de vencerlo. Es tan fuerte la pelea que golpean la cuna y esta cae al piso con el bebé adentro. Al final Gelert cierra su hocico alrededor de la garganta del lobo hasta matarlo. Finalizada la batalla, el valeroso perro arrastra suavemente al bebé hasta una esquina de la casa y, herido y lleno de sangre del lobo muerto, se queda cuidando al bebé que vuelve a quedarse dormido.

Cuando Llewellyn vuelve, se le hace raro que su fiel perro no lo recibiera. Entra a la vivienda y se encuentra con la habitación llena de sangre, la cuna del niño volcada y el hocico de Gelert rojo por la sangre, por lo que piensa que el perro ha matado a su hijo y, en un arrebato de ira, saca su espada y la entierra en el corazón del perro. El noble animal, sin oponer resistencia a su amo, emite un aullido de dolor, lo que despierta al bebé dormido en una de las esquinas de la vivienda. Llewellyn se acerca y ve más allá de la cuna volcada a su bebé sano y salvo. Cerca de ahí, el cuerpo del lobo yacía sin vida. Cuando descubre la verdad y lo que había hecho, el remordimiento le invade y regresa con su fiel perro. Lo abraza y sus lágrimas se mezclan con las del animal. Gelert lame su mano como una manera de expresarle a su amo que lo perdonaba y, con un corto gemido, murió. Destrozado en su corazón Llewellyn entierra a su perro con gran ceremonia como las que se hacen a los grandes héroes del reino, en una tumba. Es esta tumba por la que el pueblo es famoso. Cuenta esa misma leyenda, que el otrora risueño príncipe Llewellyn, jamás volvió a sonreír.

En el lugar donde Llewellyn enterró a su perro. Se levantan hoy dos lápidas con sendas inscripciones, una en galés y otra en inglés:

GELERT'S GRAVE

IN THE 13TH CENTURY, LLEWELYN, PRINCE OF NORTH WALES, HAD A PALACE AT BEDDGELERT. ONE DAY HE WENT HUNTING WITHOUT ANSWERED BY A CHILD'S CRY. LLEWELYN SEARCHED AND DISCOVERED HIS BOY UNHARMED BUT NEAR BY LAY THE BODY OF A MIGHTY WOLF WHICH GELERT HAD SLAIN, THE PRINCE FILLED WITH REMORSE IS SAID NEVER TO HAVE SMILED AGAIN. HE BURIED GELERT HERE. THE SPOT IS CALLED BEDDGELLERT GELERT "THE FAITHFUL HOUND" WHO WAS UNACCOUNTABLY ABSENT. ON LLEWELYN'S RETURN, THE TRUANT STAINED AND SMEARED WITH BLOOD, JOYFULLY SPRANG TO MEET HIS MASTER. THE PRINCE ALARMED HASTENED TO FIND HIS SON, AND SAW THE INFANT'S COT EMPTY, THE BEDCLOTHES AND FLOOR COVERED WITH BLOOD. THE FRANTIC FATHER PLUNGED THE SWORD INTO THE HOUND'S SIDE THINKING IT HAD KILLED HIS HEIR. THE DOG'S DYING YELL WAS

lunes, 27 de septiembre de 2010

Perros con historia. Héroes perrunos

LAIKA
La perrita Laika, precursora de los vuelos tripulados de los astronautas, fue enviada al espacio a bordo del Sputnik 2 el 3 de noviembre de 1957, un mes después del lanzamiento del primer Sputnik y 3 años antes de que el primer astronauta humano surcara el espacio. Yuri Gagarin, al que le correspondió tal honor dijo “Aún en día, no sé si yo soy “el primer hombre” o “el último perro” en volar al espacio”. Humor ruso o canguelo.
Laika era una perra que vivía en las calles de Moscú y fue entrenada durante años para viajar a lo desconocido; se la seleccionó de entre otros perros por sus requisitos físicos (peso inferior a 6 kg., y 35 cm. de altura) así como por su resistencia.
Los científicos rusos pensaron en un perro callejero acostumbrado a luchar diariamente por su supervivencia como el mejor candidato para superar los entrenamientos y realizar la prueba final del vuelo espacial. Laika superó con nota los mismos exámenes y pruebas que luego se aplicarían a los humanos.
La suerte de Laika estaba echada, la perra nunca volvería a pisar la Tierra ya que la nave no tenía módulo de retorno y sacrificaría su vida para demostrar la resistencia de los humanos en condiciones de ingravidez.
Laika viajó en una cabina con un arnés para combatir los efectos de la ingravidez, bebió agua a través de unos dispensadores e ingirió alimentos en forma de gelatina. La perra se cree que sobrevivió alrededor de 5-7 horas, tiempo suficiente para ascender y entrar en la orbita terrestre; estos datos no se conocieron hasta 2002, ya que, originalmente se informó que Laika falleció a la semana de la expedición, sin usar el supuesto paracaídas que la traería de regreso a la tierra.
El Sputnik 2 se destruyo el 14 de abril de 1958 al entrar en contacto con la atmósfera. Laika fue el único perro enviado al espacio sin sistema de retorno. La URSS realizó entre junio de 1951 y septiembre de 1962, 29 vuelos espaciales con perros, terminando ocho en tragedia y el resto de los perros regresaron con paracaídas y con máscaras de respiración y trajes espaciales.


OWNEY

Hace más de 120 años los trabajadores de la oficina postal de Albany, Nueva York, encontraron un paquete muy particular. Era un cachorro de perro, de raza indeterminada, del que nadie supo nunca cómo llegó allí. El perrito fue adoptado por los trabajadores y terminó durmiendo sobre las sacas del correo ferroviario. Pronto comprendió que se estaba muy agustito entre los trenes, donde se protegía del frío invernal neoyorkino. No obstante esto tenía ciertas desventajas. Cada vez despertaba en un lugar diferente al ir acompañando las sacas de correos. Pero no importaba lo lejos que estuviera el destino, Owney terminaba siempre de vuelta en la oficina de Albany. Los mismos trabajadores le pusieron un placa identificativa; "propiedad de la oficina de Albany, N. Y". El perro comenzó a tener muy buena fama, no sólo por su carácter afable y simpático, sino porque durante todos esos viajes, ningún tren sufrió accidentes o atracos. En las oficinas a las que llegaba, tomaron las costumbre de ponerle una medallita o sello que indicaba el destino al que había llegado. Se calcula que durante toda su vida acumuló alrededor de 1020 medallas, estampillas de correos y otras identificaciones. Lo curioso también fue que no sólo se limitó al territorio de los EEUU, si no que subió también en barcos de vapor y llegó a conocer Asia y Europa.

A pesar de su amabilidad y simpatía murió en 1897 por una herida de bala. Accidente o no, nadie lo supo. Pero tantos años en el servico de correos, información acumulada, contactos, viajes nacionales e internacionales, etc., seguro que le crearon muchos enemigos y alguno pensó que se podría ir de la lengua.....

Owney embalsamado en el museo de la historia de correos. Podemos apreciar la chaquetilla que lleva, repleta de estampillas de correos y medallitas.



BALTO Y TOGO.

He aquí una historia interesante en la que la fama, el mérito y el honor se lo llevó el que menos esfuerzo hizo. Como la vida (humana) misma.

Ambos perros, de raza Husky siberiano, participaron en la impresionante hazaña que supuso transportar las miles de dosis necesarias para salvar a la población (sobre todo niños) de Nome, en Alaska de una terrible epidemia de difteria.

La historia comenzó a principios de 1925 cuando en el hospital de Anchorage se recibió un mensaje urgente advirtiendo de la gravedad de dicha epidemia y de la necesidad de recibir de manera urgente las vacunas y medicamentos necesarios para atajarla. El problema era que entre los dos núcleos de población (Nenana y Nome) había unos mil kilómetros de distancia y en esa época del año la nieve y las tormentas habían inutilizado cualquier vía de contacto. Se elaboró el único plan posible que consistió en enviar la medicación en una expedición de trineos tirados por perros especializados. 20 Mushers y 150 perros partieron con las medicinas. Liderando al grupo se encontraba TOGO, un perro ya famoso por su fuerza, velocidad y resistencia. Había ganado diferentes carreras y competiciones y se le encomendó el liderazgo del grupo. Togo llevó la expedición muy cerca de su objetivo a pesar de las condiciones tan adversas, pero poco antes de llegar debido a un desplome de hielo en uno de los ríos que debían cruzar, quedó cojo de una pata. Entonces el mando de la manada se le dió a BALTO, un perro de segunda fila, bastante lento y poco apropiado. Los últimos 80 kilómetros fueron muy penosos y difíciles. El guía se perdió debido a las ventiscas, pero Balto supo orientarse y consiguió llegar a Nome con las medicinas. Al ser el primero en entrar al pueblo recibió todo el mérito y se convirtió en un héroe nacional. Hoy en día su estatua se encuentra en el Central Park de Nueva York y su hazaña ha producido hasta películas de dibujos animados. Togo quedó cojo para siempre y cuando murió en 1929 su cuerpo fue embalsamado y llevado a un museo en Vermont donde se le sigue admirando.

A la izq., Balto y a la derecha Togo con su entrenador Seppala


Otro héroe de fama internacional fue BARRY.


Ha sido sin duda el perro de rescate más famoso de la historia. Vivió en el hospicio de San Bernardo (de ahí el nombre de la raza), entre 1802-1814, ayudando a los monjes a socorrer a los viajeros extraviados por su gran destreza en la nieve y su gran sentido de la orientación. Se cuenta que salvó la vida de un niño enterrado en la nieve y que volvió subido a sus espaldas.



En el monumento dedicado a Barry hay una inscripción que forma parte de la leyenda de este perro; "Salvó la vida de 40 personas y fue muerto por la 41". Al parecer, la última persona que intentó salvar lo confundió con un lobo cuando se acercaba y lo mató de un disparo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Perros míticos e históricos

Desde la antigüedad han existido animales que han acompañado a hombres ilustres o han sido ellos mismos personajes destacados en la historia.
Ya Homero relataba que Vulcano forjó un perro de bronce para ofrecerselo a Zeus y a su vez, el Dios de dioses se lo ofreció a Europa, hija del rey de Fenicia, para cortejarla y obtener sus favores. No tenía morro Zeus. Le regalan la estatuilla y él la vuelve a regalar para ver si la moza caía en su regazo. Tacaño y caradura.

El mismo Homero nos descubre a Argos, el perro de Ulises. El pobre chucho fue el primero en reconocer a su dueño cuando volvió a Ítaca y al instante murió de alegría. O de viejo rematao, porque según la leyenda el periplo de Ulises duró 20 años.

La mujer de Sócrates, Jantipa, hizo inhumar a su perro en un promontorio junto al mar. Desconozco si el perro influyó algo en las teorías de su amo o si la mujer hizo lo mismo con el cuerpo de su marido o lo dejó tirado como un perro.

Soter fue otro perro famoso en la antigüedad. Era uno de los 50 perros guardianes de la ciudad de Corinto y cuando fue atacada consiguió alertar a la población. Los otros 49 perros murieron defendiendo la ciudad. Los habitantes erigieron un monumento en su memoria y Soter fue honrado, pensionado y puesto bajo la protección de la ciudad. En definitiva fue el más listo. Mientras que los otros permanecieron luchando, éste salió corriendo y se salvó.

Alejandro el Grande recibió de su tío un cachorro de perro de los llamados molosos. Una raza introducida en Grecia desde Oriente (Jerjes ya llevaba en su cortejo animales de este tipo), tan grandes como los mastines actuales o más. Perita, que así se llamaba, acompañó al macedonio durante toda su campaña hasta que murió casi al final de esta, en la India, durante una incursión defendiendo a su amo. En una de sus muchas azañas o imprudencias (según se mire) se lanzó él solo contra un montón de enemigos que defendían una torre. Alejandro fue herido y el perro mantuvo a raya a los enemigos hasta que llegó ayuda, pero ya estaba herido de muerte. Al igual que cuando murió Bucéfalo, su caballo, Alejandro fundó una ciudad con el nombre de su perro.


Aunque las fuentes no son muy seguras, (al parecer un libro escrito en 1822), los arqueólogos descubrieron en las ruinas de Herculano (la ciudad costera que junto con Pompeya quedó destruida por el Vesubio), los restos de un perro conservado por la ceniza con una historia muy peculiar. Al parecer se pudo identificar un collar en el que se podía leer algo como: "Delta, que ha salvado la vida de su dueño en 3 ocasiones". Es decir, el nombre de un perro que había salvado a su amo tres veces. Lo bonito de la historia es que debajo del cadáver del perro encontraron el de un niño de entre 10-12 años de edad, lo que hace pensar que al final de su vida, Delta intentó salvar por cuarta vez a su amo.

Si damos un pequeño salto en el tiempo nos encontramos con el inicio de la leyenda de Black Shuck. Al parecer este era el perro de Olaf el Valiente, vikingo sanguinario... como todos los vikingos. En una de sus incursiones por las costas inglesas, el perro quedó abandonado por accidente y desde entonces se ha creado la leyenda de que su fantasma vaga por las costas ladrando y aullando, llamando a su amo en lastimeros tonos. Según el folklore de cada zona, hay quien lo ha visto sin cabeza, acompañando a jovenes damiselas para protegerlas en el camino a casa, etc. Sin duda tuvo que influir bastante en cuentos como los de el perro de los Basquerville, de A. Conan Doyle.



Otro perro cuyo nombre ha llegado hasta nosotros es Becerrillo.
Becerrillo fue adiestrado en la Isla de La Española, que por aquel entonces era un enclave geográfico bajo dominio español en el que los perros de presa tradicionales españoles, los alanos, se entrenaban con fines militares. En el año 1511, Becerrillo abandonaría la Isla de La Española para dirigirse a la Isla de San Juan junto con su amo Sancho de Aragón, aunque cierto es que algunos cronistas también lo han relacionado con el conquistador Diego de Salazar.Tenía dicho perrazo la dudosa habilidad de distinguir entre indios aliados o enemigos. Cuando lo soltaban entre grupos de indígenas cogía con su boca el brazo del rebelde, sin equivocarse y tiraba de él para capturarlo. Ni decir que el que se restía, moría.


....." de grande entedimiento e denuedo porque entre doscientos indios sacaba uno que fuese huido de los cristianos e le asía por un brazo e lo constreñía a se venir con él e lo traía al real e si se ponía en resistencia lo hacía pedazos..."



Se cuenta que un día, el capitán Diego de Salazar pretendió mofarse de una anciana indígena y divertir a los soldados. Le entregó un mensaje para que lo llevara a varias leguas de distancia y cuando la anciana se encontró todavía cerca lanzó a Becerrillo contra ella. La mujer al ver a esa fiera infernal avalanzarse contra ella se sentó y levantando el mensaje le dijo en su lengua; " Señor perro no me haga mal que llevo un mensaje para los cristianos". El perro se detuvo, olisqueó a la anciana, la lamió y se dio media vuelta. Curioso que la postura que adoptó la anciana muerta de miedo fue la típica de sumisión entre los perros, lo que la salvó y dió la impresión a los cristianos de que habían presenciado un milagro.
Así lo cuentan las fuentes:
.." acordó el capitán Diego de Salazar de echar al perro una india vieja de las prisioneras que alli se habían tomado; e púsole una carta en la mano a la vieja, e díjole el capitán: "Arida, ve, lleva esta carta al gobernador, que está en Ayrnaco, que era una legua pequeña de allí; e decíale esto para que así como la vieja se partiese y fuese salida de entre la gente, soltasen el perro tras ella. E como fue desviada poco más de un tiro de piedra, así se hizo, y ella iba muy alegre, porque pensaba que por llevar la carta, la libertaban; mas, soltado el perro, luego la alcanzó, y como la mujer le vido ir tan denodado para ella, asentóse en tierra y en su lengua comenzó a hablar, y decíale: "señor perro, yo voy a llevar esta carta al señor gobernador", e mostrábale la carta o papel cogido, e decíale: " no me hagas mal, perro señor". Y de hecho, el peror se paró como la oyó hablar, e muy manso se llegó a ella e alzó una pierna e la meó, como los perros suelen hacer en una esquina o cuando quieren orinar, sin le hacer ningún mal. Lo cual los cristianos tuvieron por cosa de misterio, según el perro era fiero e denodado; y así el capitán, vista la clemencia que el perro había usado, mandóle atar e llamaron a la pobre india, e tornáse para los cristianos espantada pensando que la habían enviado a llamar con el perro, y temblando de miedo se sentó, y desde a un poco llegó el gobernador Juan Ponce; e sabido el caso, no quiso ser menos piadoso con la india de lo que había sido el perro, y mnadóla dejar libremente y que se fuese donde quisiese, y así lo fizo."

Como consecuencia de todas la cualidades que poseía Becerrillo, este recibía doble ración de comida (que en más de una ocasión era mejor que la de los propios infantes) y un sueldo por los servicios prestados a su Patria. Concretamente, el salario que ganaba era el equivalente al de un ballestero
Murió por fin Becerrillo por una flecha envenenada y los españoles mantuvieron su muerte y el lugar donde lo enterraron en secreto para así seguir manteniendo la fama y el terror entre los indígenas.
Uno de sus hijos, "Leoncico", acompañó a Núñez de Balboa en su periplo hacia el océano Pacífico. En uno de los encuentros con los nativos, los soldados españoles después de la descarga de fusilería soltaron a los perros. Murieron 600 nativos y el descabezamiento del cacique se le atribuyó a Leoncico.

El gran libertador Simón Bolivar tuvo un perro, NEVADO, que le siguió por todos los países y batallas en las que intervino. Era un perro enorme, descendiente de Mastines del pirineo. El encargado de cuidarlo era un indio llamado Tinjacá, hombre de confianza de Bolivar. El perro y su cuidador murieron el 24 de Junio de 1821 en la batalla de Carabobo. Cuando al final de la batalla dos oficiales avisaron a Bolivar de que algo había ocurrido con el indio y el perro, éste acudió a galope y se encontró a Tijancá moribundo y el perro muerto. Dicen que las últimas palabras del indio fueron; " ahh mi general, que nos han matao el perro".

Mary, la elefanta ahorcada

Ayer fue "ajusticiada" Teresa Lewis. Hacía casi 100 años que en el estado de Virginia, en los EEUU, no se había ejecutado a una mujer. Lo que muy poca gente sabe es que han pasado casi los mismos años desde que se ahorcó a otra femina en el vecino estado de Tennesse, pero de otra especie; una paquiderma.
Mary, de 30 años, era una elefanta de casi 5 toneladas de peso. Durante un tiempo fue la estrella principal del "Sparks World Famous Shows", un circo itinerante de la época. Sus propietarios la anunciaban como el animal más grande del momento además de que su gran atractivo era el poder bailar 25 temas musicales y batear con un bate de béisbol mejor que muchos pitchers.
El 11 de Septiembre de 1916 al pasar por Virginia contrataron a un tal Walter Eldridge para que realizara las tareas de limpieza, lavado y aseo de Mary para los desfiles y espectáculos.

Al día siguiente en el pueblo de Erwin, Tennesse, Mary atacó a su nuevo cuidador causándole la muerte. Las versiones de la época varian bastante, desde los que afirmaron que la elefanta se enfadó al competir con otro de los elefantes por un trozo de sandía y al intermediar el cuidador, golpeándola, lo aplastó, hasta los que dicen que Mary actuó con saña, clavando sus colmillos y lanzando al señor Eldridge contra la multitud. Otros testigos sin embargo afirmaban que posiblemente la total falta de experiencia del nuevo cuidador (fue contratado el día anterior) y el uso indebido de un palo con gancho para conducir a Mary, fue el detonante para que al sentirse agredida por una persona extraña y causarle gran dolor (también se llegó a decir que padecía un absceso en la raíz de los colmillos), respondiera de forma violenta.
La justicia norteamericana siempre ha sido expeditiva y no perdona ni a los animales. Lo que primaba era el interés económico y desde el primer momento se supo que nadie contrataría un espectáculo en el que hubiera un animal asesino.
El calvario para Mary empezó entonces. ¿cómo se podía ajusticiar un elefante?.
Lo primero fueron las armas de fuego. El herrero Cox Hench disparo varias veces pero las balas de de su "32" no hicieron nada en la piel de la elefanta. Lo intentó el sheriff Gallahan con su "45" y tampoco.
Hubo quien propuso la electrocución, pero no había suficiente potencia. Otros recomendaron atarla a dos máquinas que se dirigieran en direcciones opuestas para desmembrarla o bien aplastándola entre ellas. Fue desestimada por cruel.
Por último se decidió ahorcarla. La tarde del día 13 más de 2500 personas asistieron al terrible espectáculo en los ferrocarriles de Clinchfield. Una grúa la izó después de pasarle una cadena por el cuello, pero al poco se partió y Mary dió con sus huesos en el suelo, quebrándose la cadera y quedando inmóvil. Ante el gesto de dolor, parte de la multitud se asustó y corrió a esconderse. Otro asistente le colocó una cadena más gruesa y permaneció de nuevo colgada durante una media hora. Después fue enterrada en una gran fosa.

Poner una inyección letal a una mujer deficiente mental en el siglo XXI, colgar a un elefante por una reacción puntual, instintiva y accidental a principios del siglo XX. Parece que el progreso no avanza a la misma velocidad en todos lados.