sábado, 10 de mayo de 2008

ANECDOTARIO I


Que un veterinario se dedique a contar anécdotas de su trabajo diario puede ser un tarea interminable. Creo que hay pocas profesiones (algunos desde luego también tienen "lo suyo") como las del veterinario clínico, en las que se den situaciones tan ridículas y en muchos casos surrealistas.

Muchas personas creen que el veterinario es aquella persona que lo debe saber todo, sobre todo tipo de animales (desde un mosquito a una ballena azul) y por tanto le compete a él cualquier asunto relacionado con el reino animal. No se entenderían si no, situaciones vividas en primera persona y por muchos compañeros de profesión:

*Que alguien te llame a la consulta para pedirte que vayas a tapar un agujero donde se refugian unos murciélagos es como si llamas al hospital y le dices al médico que tape la ventana de una casa dónde están viviendo unos okupas.

*Al igual que te pidan que quites un nido de abejas de su tejado o que vayas a buscar una supuesta "serpiente venenosa" que ha mordido a su perro y se ha escapado. Esto sería el equivalente de que el médico fuera a perseguir al delincuente.

*Que te pidan que vayas a casa a espantar a un zorro que se ha colado en el jardín, o subas a la azotea de un edificio para coger un buitre que han visto posarse.

*Que por teléfono sepas identificar cualquier reptil o insecto que han encontrado en la calle para saber si es peligroso o no y en ese caso quedárselo como mascota.

*Que vayas a levantar del suelo de un comercio a una perra que se ha colado porque es la hora del cierre y no pueden bajar la persiana.

*Que rescates a una paloma porque durante una competición los palomos van persiguiéndola.


Sería interminable seguir con historias de este tipo. Está bien que la sociedad española valore de forma positiva la labor de un veterinario y reclame mayores conocimientos y cuidados hacia los animales, pero no estaría mal usar un poco el sentido común y en ocasiones incluso el cerebro. Como aquel diálogo de besugos en una consulta en la que una persona preguntó al veterinario:

- " ¿ y Usted dónde estudió?"

- en la Universidad de Murcia

- ah, ¿entonces hizo Derecho, no?

- ¡ pero hombre¡, ¿no ve que soy veterinario?



Nuestra sociedad ha pasado de un estado en el que se despreciaban y estaban mal vistos los animales (salvo aquellos que tuvieran una utilidad práctica o productiva) a un extremo opuesto con un excesivo paternalismo, falso sentimentalismo y pseudo ecologismo de salón. Esto (sin querer menospreciar los aspectos positivos), nos lleva en ocasiones a ver situaciones tan tristes como la ocurrida hace unos años cuando unos inmigrantes llegaron al puerto de uno de los países más ricos del mundo, acompañados por una perra que había tenido cachorros durante la travesía y mientras las personas fueron tratadas como delincuentes y repatriadas, hubo miles de llamadas interesadas en adoptar y cuidar a los animales.

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