sábado, 10 de mayo de 2008

VACUNAS

La vacunación de los animales domésticos supone sin lugar a dudas uno de los pilares sobre los que se sustenta la clínica veterinaria. Tanto en la vertiente económica (en algunas clínicas puede suponer más del 50% de los ingresos) como en el aspecto socio-sanitario. Gracias a la vacunación generalizada y en ocasiones obligatoria (vacunación antirábica), se han podido erradicar enfermedades e introducir y mentalizar a muchas personas en el mejor cuidado de sus mascotas. Muchas personas sabían que tenían la obligación de vacunar su perro, pero en ocasiones (sobre todo personas mayores) te preguntaban con asombro si era verdad que a un animal también se le podía operar como a una persona e incluso si enfermaba podía llegar a curarse. De ese paso a preguntarte durante una revisión normal si le podrías clonar el perro, ha pasado poco tiempo. Aunque gracias al esfuerzo realizado por miles de compañeros, la consideración y "reconocimiento social" del veterinario ha mejorado mucho. Todavía en ciertas clínicas uno sigue siendo el "vitirinario" o el que "envacuna los perros" o como gritaba áquel; " ¡ nena, dile al practicante que hay que pinchar a la perra ¡".
Todo lo que se ponga con jeringuilla y aguja es una "envacunación" o en ocasiones "una endisión". Pero es normal que en todo lenguaje técnico, muchas personas confundan o adapten los nombres a su peculiar vocabulario. La vacuna trivalente (aquella que protege contra tres enfermedades), se transforma en "le han puesto la tridente" ó "la equivalente". Como se ha contado en otros capítulos, muchas personas te piden la "vacuna del mosquito" o la "vacuna del Líbano" (vease el apartado sobre Leishmaniosis).
Muchos años y paciencia ha costado conseguir que no se culparan a las vacunas de "hacer perder los vientos" al perro cazador, cuando este no servía para cazar y se le achacaba a la vacuna que le había puesto el veterinario. La picaresca llevaba a algunos cazadores que tenían varios perros a vacunar al mismo para conseguir la cartilla sanitaria para los demás. Es obvio pensar en el desenlace que tuvo ese animal después de la 5ª-6ª vacuna que se le inoculó esa tarde.
Es justo reconocer que las vacunas han mejorado mucho durante los últimos 15 años y que en ocasiones provocaban con más frecuencia de la deseable reacciones adversas. Y es que vacunar no es sólo el hecho de inocular una sustancia, como piensan muchos criadores de perros que vacunan ellos mismos a sus animales, sino que es un procedimiento que debe adaptarse a las circunstancias y particularidades de cada animal, considerando el hábitat donde va a vivir y su estado sanitario.
De no vacunar también hemos pasado a vacunar en exceso. En ocasiones muchos animales están vacunados de más y se les sigue vacunando contra enfermedades que son exclusivas de cachorros cuando son viejos. En algunas personas podemos constatar que existe tal obsesión y exceso de celo, que cuando le comentas que no es necesario, no te creen y prefieren seguir vacunando aunque el animal no lo necesite y anteponiendo este acto clínico a cualquier otra enfermedad que padezca el animal.

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